jueves, 19 de noviembre de 2009

atardecer

Es tu nombre al que mis labios tomaron prisionero,
la condena del silencio eterno, de la lágrima rota,
que resbala tentadora sobre tu cuello dormido
y despierta el alba sobre amalgamas de júbilo exquisito.
Vi mis manos sumergirse dentro del alma de tu infinidad,
cada vez más profundo y atrapado suspiro a suspiro,
ahondando un poco más cada vez que volteabas a ver
Con esa luz violeta de tus ojos indecibles e incalculables,
llenos de arcoíris, cálida fuga de sentidos hacía las
debilidades de mi frágil tentaciónr
Yacías frente a mí, a merced de mis intenciones,
rodeado estaba tu cuerpo finito de la eterna caricia.
¡Oh salvaje misterio de la respiración pausada de tu pecho,
cálido y suave aire que desplazan tus alas con promesas de vuelo!
Noble mirada en el horizonte que perdida miraba a lo lejos,
ha de robarle un poco de luz a esa tarde tan llena de colores
que en el cielo se pintan como luces derramadas,
pincelazos incandescentes de vida escapándose entre mis dedos.

martes, 18 de agosto de 2009

Cielos, había olvidado quién soy.
Por un momento me sentí incomprensible, infinito.
Tan infinito como el cielo azul,
como la sombra que se torna oscura y se hace noche.
Tan impredecible, sin camino, ni destino,
donde me lleve el viento, aunque el viento sea mio.
Soy esos recuerdos que me hacen
y que al mismo tiempo me deshacen.
Soy lo único y lo todo a la vez,
pero no soy nadie si nadie me ve.

jueves, 11 de junio de 2009

pesadilla de media noche

El calor de los últimos días había sido sofocante,
tanto que las ganas de dormir carecían de fuerza
y permanecía despierto durante horas hasta que
en ocasiones perdía la noción del tiempo.
Había aprendido a leer la noche dependiendo
la posición de la luna, que cada cierto tiempo
aparecía en su recorrido nocturno a través de
mi ventana de tal suerte que alumbraba mi cama.
Por fin pude conciliarme un poco de sueño,
aunque no puedo decir con certeza si estaba durmiendo
o si mis pensamientos eran tan profunos y callados
que me producían la sensación de descanso,
de igual forma estaba muy tranquilo, a pesar de las
ligeras gotas de sudor que se deslizaban por mi cuerpo,
esas pequeñas gotas que apenas se sienten humedecer la piel.
Alguien entró a mi cuarto, en silencio, apenas escuché sus pasos
pero la verdad estaba muy cansado como para tener ganas
de abrir los ojos y preguntar quién era el que había entrado
y qué quería, pensé que era mi papá dejandome un poco de dinero
ya que suele hacerlo mientras yo duermo.
Pero lo escuché deslizarse por mi cuarto, despacio, susurrando
algo que no podía entender; abrí los ojos un poco,
en la oscuridad no se daría cuenta que lo estoy observando.
No era mi papá, en realidad no era nadie a quien yo conociera
o algo que pareciera humano. Era tan grande como el techo
y era imposible describir su rostro, su mirada, la forma en que
me observaba; delgado y algo jorobado,
sus manos eran tan blancas, que apesar de la noche las veía
Simulé no verlo, y él se quedó fijamente viendome, callado,
sin movimiento, tratando de pasar desapercibido tal ves.
Chocó con mi silla que tengo acomodada en frente
de mi escritorio, la movió de su sitio y cayó. Retuve el
aliento unos momentos, segundos en los que olvidé respirar.
Por fin reaccioné e intenté decirle algo,
pero no pude, mis labios estaban pegados, era imposible
abrir mi boca; hablaba, gritaba, pero se ahogaban
las palabras dentro de mí, de mi alma; mis dientes se
apretaban con tanta fuerza que hasta sentí aflojarse algunos
y mi lengua se echaba para atrás como si quisiera asfixiarme,
me dolía tanto que sentí que se me rompería y me la tragaría.
Pronto me empecé a quedar inmovil y trataba de luchar
contra mi propio cuerpo para que se moviera. Tomé
involuntariamente una pocisión fetal, comprimiendome
dentro de mí mismo.
Mis puños se cerraron tan fuerte que me marcaba las uñas
sobre la palma de mi mano. Algo no me dejaba mover, pero
nadie me sujetaba, era como si estuviese amarrado, cada
espacio de mi cuerpo no me pertenecía ya. Poseído
habrían dicho los religiosos, esos que hablan de las cosas
como si tuvieran la verdad absoluta en sus haberes; pero era algo
más complejo que eso, no sentía miedo, aunque no era
la situación más cómoda exactamente, como si algo entrara en mí.
Me revolcaba sobre mi cama, me defendía a toda costa y
las cobijas solo entorpecían mi lucha, lo único que lograba
controlar de mi cuerpo eran mis ojos, los cuales solo eran
unos espectadores impotentes ante la situación, ante
la terrible escena que se desarrollaba en mi cuarto.
La figura seguía ahi parada, sin hacer o decir nada,
solo me miraba, esperaba a que sucumbiera.
Poco a poco empecé a cansarme y dejé de luchar,
sentía que entre más luchaba, más difícil era vencer aquella batalla.
Estaba exhausto, lleno de sudor y caí derrotado,
cansado hasta perder la conciencia y desvanecerme.
Desperté en la mañana con un gran dolor en la boca, en los dientes
y en las manos tenía mis uñas marcadas. Las cobijas tiradas
a un lado de la cama, solo quedó la más liviana. -vaya noche- pensé
Pero me di cuenta que solo había sido una pesadilla que tuve
tal ves producto de los delirios del insomnio y el calor de aquellos días.
Mi papá ya se había ido a trabajar, olvidó dejarme dinero.
Me paré por que era algo tarde y al caminar me pegué con mi silla
que estaba tirada en el suelo, fuera de su lugar.

domingo, 31 de mayo de 2009

una viuda y la muerte

Tienes una espina en el pecho,
que derrama la hiel de tu rosa sobre tu cuerpo
Te acuestas en las noches con la muerte, con un extranjero
en tu lecho, con un rosario debajo de la cicatriz
Que se oculta con tu largo cabello negro.
No te ocultas, te entregas y das amor
a todo aquel que lo quiera a cambio de simples monedas,
sin mentiras, sin prejuicios, sin caprichos indecisos.
Cuidando en la calle tu pequeño espacio de pared
para ver si algún amigo se quiere aparecer.
Escondida en las sábanas blancas
Bañadas con la sangre de tu cuerpo, del dinero,
Con las tentaciones que transpiran tus piernas
Enredadas en la cama, atadas junto a mi deseo.
Qué profundos son tus ojos cuando duermo
Qué liviana es la neblina que roza tu rostro satisfecho,
Donde tu cigarro se consume hasta el filtro con placer
Exhalando con la tranquilidad de un silencioso y cálido asesino.
Ya no dormirás a solas en las noches,
Que la viuda arrulla tu sueño a cambio de tus amores,
Hasta que se corta en tu voz un abrupto suspiro
Y tu amiga te canta al oído las buenas noches.

lunes, 18 de mayo de 2009

la magia de la noche

Callada y siempre oscura, nadie puede ver a través de ti,
Ni lo que sientes o piensas, lo que eres,
Lo que está detrás de ese escudo de sombras
Que cubre tu cuerpo desnudo y hambriento de estrellas.
Con esa luz tenue de tu luna que cierra nuestros ojos
Hasta que de sueño caemos en trance a tus encantos.
Es entonces cuando te conviertes en magia, llena de celos y amargura,
Nos robas y te adueñas de nuestros cuerpos sin vergüenza alguna
Para seducir nuestros sueños con historias que nunca habremos de recordar
Mientras rezas a tus adentros que nadie nunca pueda despertar.
Permaneces entonces en tu profunda eternidad silenciosa e inmaculada
Hasta que aparecen los nuevos albores de la madrugada
Y te devuelven a tu mundo de misterio
Donde estas tú, solo tú, sola con tu alma, tu luna y tu recuerdo.

jueves, 14 de mayo de 2009

frase

Existen palabras que hieren,
pero hay silencios que matan...

jueves, 7 de mayo de 2009

pintura de otoño

Siempre hay algo que mirar dentro de sus ojos,
dentro del obscuro cielo de sus pupilas dilatadas,
soy una nube condensando emociones
para que llueva la locura sobre su piel de otoño.
Haremos de nuestra vida una pintura,
con cientos de colores diferentes,
dibujarte dentro de mi vida, cerca de tu sonrisa,
besando el suave rubor de tus mejillas.

lunes, 27 de abril de 2009

ojos de porcelana

Tan hermosos eran tus ojos
Que los guardaban entre cristales las vitrinas
Y brillaban de amor tus pupilas
Cual mirada noble de porcelana fina.

se nos olvidó el amor

Amor mío, nuestro amor se lo llevó el olvido,
Así como el otoño se lleva las hojas
Para que los árboles no sufran en invierno del frío.
Se nos olvidó el amor,
Tuyo y mío, y de nadie más,
Solos con la locura que los dos sufrimos
Del gélido amor de nuestros labios tibios.
Olvidamos querernos con esa manía incoherente,
Y olvidarnos del mundo, que no era nada
Solo nada cuando en los ojos
Nuestras almas se encontraban.
Se nos olvidó el amor,
Amor mío, aunque no sé si para siempre
No vaya a ser que dando el mundo vueltas
Nuestro amor a nosotros algún día regrese.

fingía estar dormido

Fingía estar dormido para que siguieras recostada en mi hombro,
Solo deseaba mirarte por siempre y que nunca despertaras.
Por un momento sentí nuestros latidos acompasados
Y pude saberlo: estaba enamorado.
Solo me preocupaba que el día acabara
Y que el sol caminara a través del cielo en su ruta condenada,
Pero todo el tiempo se detuvo,
Estuvimos unos instantes eternamente juntos.
Podría verte dormida toda la vida,
Negar para siempre de mí el sueño.
Fingía estar dormido a tu lado solo deseando, deseando…
Y me preguntaba si tú, al igual que yo, cerrabas los ojos y guardabas silencio.

niña luna

Sobre la sombra de las estrellas
Camina solitaria una niña luna
Mirando al reflejo de las ventanas entre sueños
Deseando ver a través de todos ellos.
Voltea siempre con la mirada intranquila,
Miles de estrellas al lado y se siente perdida.
Esta sufriendo la enfermedad de los locos
Que estando acompañados se sienten solos.

viernes, 24 de abril de 2009

los secretos del edén

Mientras caminaba por los senderos del edén
Pude oír a lo lejos el grito silencioso del viento,
Y de entre la maleza apareció una figura etérea e incorpórea
Mientras sollozaba con su voz muda.
Solo me miraba y callaba sus palabras, la traté de tocar
pero parecía alejarse cada vez más.
Entre más la miraba más imposible me era apartar sobre
Ella mi fugitiva mirada.
Me guió a través de un camino de rosales espinosos,
Mi cuerpo se desangraba poco a poco, pero no paraba
De caminar, no la podía dejar de seguir.
Me quería decir sus secretos y lacónica ella en su mirada
No me revelaba nada.
De cuando en cuando me dejaba ver sus ojos
Para no pensar en las heridas hechas por el rencor de las espinas.
Al final de ese camino entroncado ella paró y se volvió a mí,
Advertí que algo me quería decir, pero no podía escuchar,
Estaba demasiado cansado para oír su débil voz,
Como si hablara para ella misma.
Por fin el viento dejó de murmurar con los arbustos
Y su voz siguió el flujo del aire hacia mis adentros.
Entendí todo en ese momento,
No cabe duda que las palabras más hermosas están encerradas en los secretos.

Dónde está el arte

¿Dónde está el arte?
Esta escondido en los besos, en el aire,
En las miradas de los ciegos a quienes tus ojos compartes,
Donde los sordos oyen canciones que el silencio corrompe.
Esta escondido, escondido debajo de ti, debajo de tu piel;
En tu cuerpo, oculto en las huellas de tu movimiento.
Esta en los ancianos que bailan enamorados
Los danzones en las noches de festival,
En el humo del cigarrillo que el viento se ha de llevar.
Está en las esquinas, en los callejones sin salida,
En las palabras de los que se quieren
Y que se dicen que siempre se han de amar.
En las calles, en todas partes
Donde la música y el vino fluyen
Para que nuestros cuerpos se alimenten
Como si el arte fuera nuestro pan.