jueves, 19 de noviembre de 2009

atardecer

Es tu nombre al que mis labios tomaron prisionero,
la condena del silencio eterno, de la lágrima rota,
que resbala tentadora sobre tu cuello dormido
y despierta el alba sobre amalgamas de júbilo exquisito.
Vi mis manos sumergirse dentro del alma de tu infinidad,
cada vez más profundo y atrapado suspiro a suspiro,
ahondando un poco más cada vez que volteabas a ver
Con esa luz violeta de tus ojos indecibles e incalculables,
llenos de arcoíris, cálida fuga de sentidos hacía las
debilidades de mi frágil tentaciónr
Yacías frente a mí, a merced de mis intenciones,
rodeado estaba tu cuerpo finito de la eterna caricia.
¡Oh salvaje misterio de la respiración pausada de tu pecho,
cálido y suave aire que desplazan tus alas con promesas de vuelo!
Noble mirada en el horizonte que perdida miraba a lo lejos,
ha de robarle un poco de luz a esa tarde tan llena de colores
que en el cielo se pintan como luces derramadas,
pincelazos incandescentes de vida escapándose entre mis dedos.