domingo, 18 de julio de 2010

Se hacía tarde

Los eventos de aquella tarde de pronto llegaron un día a mi cabeza; es curioso cómo una imagen, un olor o una palabra es capaz de enceder la memoria que yace en sospechoso letargo y se descubre de su manto para revivir sensasiones olvidadas. Cuando uno es apenas un niño todo parece posible, la realidad y la fantasía carecen de límites, todo es permitido, lo que hace explotar la imaginación, la cual es la única verdad tranquilizante o abrumadora para alguien de corta edad e, inlcuso, para personas no tan jovenes. Comenzaré a relatar la historia conforme la estructura mi recuerdo:
Mi familia, cuya extensión de integrantes era algo numerosa, solía viajar a una casa de vacaciones cerca de Cuaútla que era realmente hermosa; tenía una piscina, un gran jardin con pasto verde, árboles, en fin, un lugar para divertirte con los primos y tíos en épocas de asueto. Pero fue un día lluvioso en el que llegamos, uno típico de Julio, el clima del camino nos había quitado las esperanzas de jugar en la piscina y celebrar el primer día de diversión como era debido. Aún con esto, había una parte del camino que me gustaba y era el viaje en el carro, aunque a muchos les parezca poco interesante a mí me daba curiosidad preguntarle todo tipo de cosas a mi tío Rafael, quien en ese momento iba al lado mío. Mi tío solía relatarme toda clase de historias que se apoderaban de mi imaginación; mitos de los dioses aztecas, personajes históricos o lugares del mundo en ese momento tan lejanos para mí. Ese día se me ocurrió preguntarle acerca del diablo; una pregunta nada sencilla, y menos para explicárlsela a un pequeño asustadizo. Él sólo se froto la barba, miró hacia la ventana, todo esto mientras en el radio estaba una canción muy buena que, no está de más decirlo, era "Another one bites the dust", y comenzó a decirme con unas palabras muy similares a las siguientes:
- ¿El diablo eh? Siempre he creído que cada quien tiene a su diablo escondido y decide si lo quiere conocer o no, todo depende en lo que hagas. Por lo general se escabulle en nuestra cabeza y nos da ese ligero empujon para ser malvados, hacer alguna travesura o decir alguna mentira. No sé si tenga cuernos o patas de cabra, podría disfrazarse de cualquier cosa, como de dinero, personas, en fin.
- ¿Aparece cuando se hacen cosas malas?
-Así es, cosas malas como robar, mentir, golpear, matar...
-¿Y si he mentido alguna vez se me va a aparecer?
-Sólo se asoma un momento y se te vuelve a esconder, pero casi nadie lo logra ver.
-¿Tú lo has visto?
- Aún no.
-¿Le tienes miedo?
-Todavía no
Por fin llegamos a la casa, algo cansados y mojados. Todos habíamos escogido nuestra cama y el cuarto que más nos diera la gana, por lo general nos agrupábamos en familias para después ir a la cocina a comer algo. Cuando todos terminamos de cenar mi abuela hizo un poco de leche con chocolate y mi tío prosiguió su platica en una sala que estaba en el pirmer piso, cercana a un balcón cuya puerta daba para afuera y era de vidrio, estábamos justo en frente de la puerta transparente. Seguía lloviendo de manera estrepitosa, truenos sonaban como si el mismo cielo estuviera advirtiendo la plática de mi tío.
- El diablo se divierte en el infierno; por lo general permanece ahí encerrado haciéndole la eternidad tormentosa a la gente mala, hasta que sucede algo que le interese en la tierra y aparezca de nuevo. Pero tú no debes de preocuparte, eres un buen muchacho y nunca te has portado mal ¿verdad? Obviamente dudé.
En ese momento todas las pequeñas mentiras aparecían en mi conciencia, como huellas puestas para que el diablo pudiera encontrarme; cómo me arrepentía en ese momento de haber molestado a mi hermana o haberle escondido la ropa a mi mamá, de todas mis travesuras.
Justo en esa parte mi tíohizo una pausa y bajó a la cocina para servirse chocolate dejándome completamente solo en la gran sala y casi vacía, y yo, siendo un niño algo miedoso he de confesarlo, opté por ponerme debajo del cojín de un sillon rojo y alto en el cual me escondía para que el diablo no supiera dónde estaba. La lluvia seguía golpeando las ventanas cada vez más fuerte, no sabía si era mi paranoia o en verdad su furia aumentaba con cada segundo que mi tío tardaba. ¿Qué tanto hacía? Habían pasado ya cerca de tres minutos, pero que en ese momento parecían extenderse a horas. ¿Se encontró a alguien y se quedó platicando? Estaba yo desprotegido, a merced de mis huellas que olían a conciencia manchada, sentía cómo el diablo se acercaba con la lluvia, con los truenos más y más fuertes, paso a paso, detrás de mí tal vez, y yo cubriéndome con un simple cojín. No lo soportaba más, cuando estaba a punto de salir de mi escondite para correr se escuchó un gran estruendo, todo tembló, la puerta de vidrio explotó en frente mío, un rayo había caído en el balcón echando a volar todos lo vidrios por doquier, entró una ráfaga de viento por el hueco causado por el rayo y haciéndo retumbar un gran soplido por la sala. Parecía como si el ruido hubiese durado por prolongado tiempo, como si una bomba hubiera caído directo en el balcón dejándo la sensación de peligro, pero sólo fueron unos segundos, nada quedaba claro en ese momento, en realidad, quedé bloqueado unos instantes -probablemente todos los que estaban abajo también-. Después todo se calmó. Surgió uno de esos silencios incómodos y de extrañeza como cuando nos enteramos de la muerte de alguien o sucede algún accidente.
Por suerte el miedo me hizo cubrir con el cojín como mi techo, ya que cuando me lo quité de encima cayeron escombros de él. Todos subieron espantados para ver qué es lo que había pasado, no lo supe explicar. Hubo un silencio prolongado y la lluvia paró. Todos bajamos y me dieron un poco de chocolate caliente para "el susto". Ni mi tío ni yo dijimos una palabra acerca de nuestra plática anterior. ¿Coincidencia? Seguramente. Sería tonto creer que en realidad... Aunque uno nunca sabe...

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